El pensamiento riguroso latinoamericano se ha constituido como una suerte de reensamblaje del pensamiento riguroso occidental.Esta inflexión no se limita solo a la práctica literaria, también y sobre todo abarca a las ciencias, y aquí se hará visible para las ciencias sociales. De hecho, la relación entre literatura y ciencias sociales en América Latina revela que el conocimiento científico aprendido, por separado de las emociones y la cultura común, no ha logrado reflejar lo que somos, ni planificar ni diagnosticar ni pronosticar sobre nuestras relaciones. Se proponen entonces tres premisas: a) lo universal no es el inverso de lo local, sino de lo situacional. Por ello, el método etnográfico juega un papel fundamental en la redefinición del rigor científico para América Latina. b) Las emociones no son el resultado de operaciones comprobables objetivamente, sino que son una realidad en sí misma. De ahí se desprende que no solo pensar en el conocimiento de la emoción, sino entender a la emoción como una dimensión epistemológica, permite involucrar el pensamiento científico con la cultura común del pueblo y los individuos que le dan sentido. c) En virtud de esa nueva relación entre cultura y ciencia, el papel del científico será el de trasladar el saber, traducirlo tanto en lo eidos como en lo ethos, y servir de vaso comunicante entre comunidades, instituciones, organizaciones sociales, individuos, familias, contribuyendo a un imaginario más transparente y realista de lo que somos y de lo que aspiramos como pueblo.
Castro, D., & Miranda, O. (2006). Ciencias Sociales y Literatura Latinoamericana: Del rigor científico que aprendimos a una teoría de las emociones. Cinta De Moebio. Revista De Epistemología De Ciencias Sociales, (25). Recuperado a partir de https://cintademoebio.uchile.cl/index.php/CDM/article/view/25957